Los computadores del populista

Por Jaime Restrepo Vásquez

Cuando el agua le llega al cuello, lo que se ha vuelto habitual, Daniel Quintero Calle saca del cubilete unos cuantos computadores para mostrar la «importante» gestión que ha realizado para dotar de aparatos ––obsoletos y prestados–– a algunos estudiantes de Medellín. De esa manera, el alcalde envía el mensaje de que los computadores son la única manera de conseguir el fortalecimiento de la educación de nuestros jóvenes.

Pero eso de repartir computadores como si fuera la panacea de la educación es algo que ya se ha revaluado en el mundo. Uno de los latinoamericanos que más conoce sobre el tema, el prestigioso científico y académico Guillermo Jaim Etcheverry, puso el dedo en la llaga al recordar un comentario de Steve Jobs: “Estoy arrepentido porque contribuí a crear la idea de que el problema educativo se resuelve con computadoras. Y el problema educativo lo resuelven las personas. Yo soy lo que soy por los maestros que he tenido, no por las computadoras”.

Para entender la validez de la declaración de Jobs, basta con hacer un recuento del que hoy funge ––finge, más bien–– como alcalde de Medellín. El relato fantasioso que elaboró para sus huestes de crédulos narra que, en algún momento de la adolescencia, alguien le regaló un computador y supuso que, al entregarle semejante herramienta, el muchacho tendría acceso a toda la educación que necesitaba, dejando al galopín bajo la tutela exclusiva del aparato.

El resultado es deplorable: más allá de saber usar un ordenador para «trabajar» y sumergirse en las profundidades de las redes sociales, Daniel Quintero Calle terminó evidenciando una ambición desmedida, además de su desprecio por los límites éticos y morales y de la carencia de estos. A todo esto se suma una incapacidad superlativa para entender lo mínimo, por lo cual el entonces bribón se convirtió en el alcalde más repudiado y cuestionable de la historia de Medellín, justamente porque lo más importante en la educación no pasa por la tecnología, sino por el compromiso de las personas, en especial de la familia y de los maestros.

Siguiendo con Etcheverry, también aseguró que “lo importante es educar a una persona en los saberes esenciales”, es decir, leer y escribir. Sobre este particular es importante señalar que una de las explicaciones que nos permite aproximarnos al esclarecimiento de la tragedia que vivimos en Medellín, tiene que ver con la incompetencia del alcalde, y de quienes le rodean, para comprender lo que lee, así como para expresar sus ideas con claridad y sin animosidad.

De igual forma, Jaim Etcheverry sostiene que la tecnología y el acceso permanente a la información “nos crea la ilusión de saber, una ilusión de saber que es peligrosa y está muy estimulada”. Esa ilusión es indiscutible en Daniel Quintero Calle, un personajillo que, como cualquier tuitero, se jura conocedor y dominador de cualquier tema, sobre todo si la exposición paupérrima de ideas la da en el terreno de las redes sociales, esas que considera el único mundo real y posible. Tal situación nos ha llevado a padecer el modelo virtual de una ciudad que ni existe ni cabe en la mente del rufián.

El facilismo de la tecnología como plataforma exclusiva para alcanzar el máximo potencial intelectual y personal es una de las tantas falacias que se vendieron en el mundo durante las últimas décadas. Por desgracia, tales engaños han sido beneficiosos para los autócratas populistas, quienes, en su miopía, entregan computadores como si fueran la panacea para el mejoramiento de la educación de los jóvenes. Sin embargo, la realidad es que es el maestro en la escuela y la familia en el hogar quienes forman buenos ciudadanos y profesionales con integridad… ¡Ningún computador será reconocido como mentor de un gran ser humano!

Es frecuente que los gobernantes colombianos ––los buenos, los mediocres y también los actuales de Medellín–– estén poseídos por el parroquialismo en el cual lo único que importa es lo que se piensa o se hace en la comarca. Esa visión, además de menesterosa y limitada, castra las posibilidades de evolución de cualquier sociedad. Seguramente por eso, el «experto informático» que nos malgobierna, no se enteró de lo que dijo el fundador de Apple y, con seguridad, tampoco le importa, porque lo suyo es el soborno de votantes y la creación y engrase de clientelas electorales que, supone, le permitirán avanzar en su desquiciada y trivial carrera política. La brújula moral no la otorga computador alguno; por eso, Quintero Calle es lo que es y su destino será el único destino posible para los amorales: ¡los muros de una cárcel de la que uno no puede evadirse con el uso de computador alguno!

Este es el artículo completo de Guillermo Jaim Etcheverry.

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